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Hace unos años empecé a correr. Primero fue una vuelta a la manzana para terminarla sin aliento, y luego fue un incremento gradual, lento y muy comedido. Antes lo había intentado con prisa, y las lesiones me terminaron de convencer que correr no era para mi, cuando realmente lo único que tenía que hacer era armarme de paciencia y apostar a la gradualidad.

En menos de lo que dura un parpadeo, acá estoy con cinco medallas de maratones colgando de un ganchito en el closet y muchas “turneras”, varias medias y un poco más. No tengo idea si puedo pensar de mi como un atleta, pues en la vida lo he sido, pero sí puedo decir que tengo una vida activa y que ahora soy deportista, certificado como corredor de largas distancias. Sin embargo, lo que sigue es mi última maratón: Nueva York.

Después de aplicar por tres años consecutivos, ser rechazado y no salir en la lotería para poder correrla, la cuarta aplicación seguida es de ingreso seguro. Y solo porque se trata de la más emocionante experiencia de maratón en el mundo es que voy a ir por la sexta, y cuelgo las tenis para esta distancia que me exige más de lo que puedo dar. Por esto, voy para 4 meses de entrenamiento tenaz, mucha disciplina, madrugadas y sudor, con éstas imágenes en la mente y en el corazón:

Los 42 kilómetros y 195 metros de una maratón, sin embago, me piden un plan de vida, entrenamiento y sacrificio que ya no tengo mucho interés de continuar. Con la maratón he hecho grandes, maravillosos y especiales amigos para la vida entera, he conocido lo imposible, el magnetismo de la meta y mucho más, como también pienso que podré mantenterlo todo moviéndome a medias maratones.

La neta y pura verdad es que no estoy cortado para el deporte y lo que hago es gran sacrificio. Pero la emoción de la carrera, las tradicionales de nuestro país y algunas bellezas de eventos que se organizan fuera me hacen pensar que es tiempo de irme a una distancia que me alejará de las paredes y los calambres que inmovilizan. Así que aquí voy para mi última maratón y el achique a una práctica un poco más acorde con mis capacidades naturales y disposición para entrenar.

Ser corredor de largas distancias me ha traído mucho más de lo que me pude imaginar en todos los planos de mi vida. No tengo ninguna intención de pasarme a las carreras de 100 metros, por la sencilla razón de que no me llevarían lejos y no se parecen tanto a la vida. En mis relaciones especialmente, y todos mis proyectos, seguiré corredor de larga distancia, aunque siempre estaré atento a elegir los desafíos, medir mis propias capacidades y enfocarme en los máximos sueños posibles. Y subrayo máximos como posibles.

Next: Maratón de Nueva York, Noviembre 7, 2010.

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