SOMOS INEVITABLEMENTE INTERDEPENDIENTES

Garnier BBDO se ha fortalecido por años con la competencia frontal de jotabeqú y viceversa. Ogilvy es producto de la fusión de Óptima y Modernoble, como de su competencia con Asesores o Publimark, por citar solo dos. Tribu nunca habría sido de no ser por Leo Burnett y McCann-Erickson, por solo citar las agencias que facilitaron nuestro nacimiento. Halsband existe sólida de su fórmula para competir con las agencias del país. DDB es una realidad competitiva que se dio al fusionarse GM, Mercatec y otras del pasado. La Argolla compite y se abre su espacio, como lo hace TBWA, CyM, JWT, Crea, Iconos, IPC, Ideas o tantas más. Todas estamos entrelazadas, y no queda más que reconocerlo para explotar esta oportunidad.
Sin embargo, y en especial debido a la brutalmente contagiosa mediocridad, nos debemos a la competencia del más alto nivel, a aportar valor, agregar ideas y desarrollar soluciones que fortalezcan nuestras empresas. Nos vemos comprometidos a acabar con las prácticas que destruyen mercado, reducen valor, minimizan aportes o fracturan rentabilidad. Se ha hecho por demasiado tiempo, y por esto, también es tiempo de girar. Es necesario mantener fuerte el golpe de timón que le hemos dado a nuestra actividad, y terminar de aplastar toda propuesta que incluya regalos, descuentos, rebates y tanta otra forma sin imaginación para procurar un mal negocio.
Las agencias del país debemos comprender nuestra inevitable interdependencia y nuestras directas conexiones. Partimos de un solo punto de partida, y por ello, estamos ligadas por raíces que pueden fortalecernos, o simplemente debilitarnos. No importa qué tan grande sea un grupo, como el que encabeza Arnaldo José Garnier, por ejemplo, que siempre necesitará de la competencia aún y cuando se desee ignorar. Indistintamente de argumentos independentistas, por ejemplo, como lo promueve Gustavo Halsband desde su red autónoma Worldwide Partners, la interrelación local es estrecha, íntima e intensa. Aún y cuando el estilo de un gerente pueda ser de aislamiento, como en el caso de Gustavo Orozco en McCann, es incuestionable que su negocio será impactado de una u otra forma por la competencia de la que se separa.
Javier Sotomayor, record mundial en salto alto, explicaba la longevidad de sus marcas mundiales en dos factores: la ausencia de pasión en los competidores actuales, y la magnífica competencia que tuvo cuando logró sus máximos éxitos deportivos. Este no es más que uno solo de los incontables ejemplos que sostienen la importancia de una competencia formidable, para lograr desempeño extraordinario en tu propia participación, sea individual o colectiva. Nos necesitamos unos a otros, nos guste o no, enfocados al más alto nivel creativo, al mejor servicio publicitario de nuestras historias, a las campañas más poderosamente seductoras, a las marcas más y mejor nutridas por emociones, ideas, innovación.
Somos inevitablemente interdependientes, y solo creceremos más alto y más fuertes si seguimos el ejemplo de los árboles Redwoods y Sequoias, que se amarran entre sí en las raíces para elevarse y robustecerse como no lo logran otros. En las raíces de nuestra actividad, por tanto, debemos cuestionarnos la cultura y los valores que amarran nuestras empresas, y por esto, es necesario buscar las coincidencias, salvar las diferencias y conciliar las confrontaciones.
En las raíces de nuestra actividad, el empresario metalizado tendrá siempre una zona de alto riesgo y mucha frustración. Mientras que el enamorado del negocio, de las ideas, el diseño y la creatividad, encontrará premios al atrevimiento, tanto en el valor que agrega a sus marcas, como en los resultados financieros requeridos. Quien se enfoque a utilidades, olvida que éstas son resultado de la pasión por la publicidad, la persuasion y el diseño. Quien se concentra en ganar premios, omite la importancia de primero enfocarse en lo creativo, lo rebelde y rompedor. Quien se concentra en la comunicación sin estrategia, ignora la importancia de que lo nuestro es un negocio, y que lo que nos corresponde es entenderlo como una consecuencia del negocio de nuestros clientes.
Somos inevitablemente interdependientes de los clientes, los medios, los proveedores, el mercado, las consumidoras y los consumidores, de Nicaragua y Panamá, de todo y más allá. No podemos aspirar a lograr nada solos y por esto, es preferible que abandonemos celos, temores y desconfianzas. Es necesario que nos amarremos en los principios y valores, que compartamos compromisos y superemos lo alcanzado, que me sonrojo de los tímidos resultados que hemos logrado hasta hoy, como a la vez, me enciende la oportunidad de marcar profunda nuestra huella y procurar un legado de otra dimensión.
¡Que no nos reclamen las futuras generaciones lo que no hicimos a tiempo! El presente lo tenemos prestado, y por esto, estamos también, inevitablemente obligados. ¿Lo hacemos juntos?

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