Me aburre todo lo que no cambia, lo que se estanca y no evoluciona. Me aburren las series en la tele, me aburre la mayoría de la música clásica, los boleros de antes y las tetas a silicones. Me aburren los juegos de ajedrez sin riesgos, me aburre lo previsible, los comerciales obvios y los que piensan que la gente es tonta. Me aburren los promedios, me aburren los centros y lo esperable. Me aburren los que siempre compiten, o los que siempre dicen que todo está perfecto. De los que creen que todo lo saben ni me hablen, que esos más me aburren.
En los negocios me aburren los fantasiosos, los improvisados, los que no saben hacia dónde van. Me aburren mucho los que se creen mucho, y no lo son, y tal vez más, los que se la toman siempre demasiado en serio. Me aburren los que siempre me hablan de lo mismo, los que no se atreven, los que no sueñan o simplemente se conforman. Me aburren los aduladores, los lambiscones, los lavagüevos. Los truchos me aburren y los fusiles más que me aburren.
Si me rodeo de gente con ideas, auténtica, sincera y leal, no me aburro. Si me sorprenden con lo inesperado, no me aburro. Si me conecto con gente que sueña, que desea un mundo mejor, que buscan balance, que superan sus frustraciones, que establecen compromisos, no me aburro. Si en una estamos serios, y en otra charlatanes, no me aburro. Si un día es bueno, y lo celebramos, que tengamos otro malo y lo suframos, es algo que no me aburre. Estar con mi familia, con mis amigos, con mi gente, con mi esposa, con mis hijos, mis hermanos, no me aburre. Como no me aburre conocer gente nueva, descubrir sus talentos y disfrutarlos.
Cuando veo que la polémica edifica, no me aburro. Pero me aburre mucho cuando la gente la evita. Cuando se esconden tras la pantalla, cuando no dicen este error es mío, todo eso me aburre. Me aburren los que no ponen la cara, los que no levantan la voz de vez en cuando, los que solo viven en el pasado. Costa Rica me aburre un poco, pero sus desafíos no me aburren. Siento mucho por los pobres, los desvalidos, los ignorantes, los enfermos, los que no pueden, pero me aburren mucho los que pudiendo, no lo hacen. No me aburre equivocarme, errar o fallar, pero me aburre más la inacción, no hacer nada, ser pasivo y contemplativo. Eso me aburre.
Por esto, la innovación es una buena compañera para evitar que me aburra, como lo es tu Ser Superior para lograr paz por dentro. Comprender el mundo, ser global, competitivo y negado lo convencional, no me aburre. Vivir intensamente y ser apasiodamente entregado, es algo que me cura cuando me aburro. Y ya no sigo, porque si sigo en esto, te aburro.
(Artículo originalmente publicado el 13 de Octubre del 2006)