LA TRAMPA DE LO BUENO

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«Optimizar, el arte de encontrar la mejor elección entre todas las opciones, es un lujo que a menudo no podemos darnos. En su lugar, tomamos la primer solución adecuada que encontramos, así implique decidir dónde almorzar, a quién contratar o definir la carrera que seguiremos.» dice Don Moyer de Thought Form.
En su libro From Good to Great, Jim Collins por su parte elabora extensa y profusamente en el tema, para señalar persuasivamente la trampa de lo bueno. Y lo resumo simple: dado que en el camino a la excelencia pasás por lo bueno, es fácil tomar esta primer opción y darnos por satisfechos. Sin embargo, también es fácil coincidir en que a menudo, lo bueno no es suficiente.
Herbert Simon, premiado con un Nobel, define el término «satisficing» para describir la toma de decisiones que prefiere el atajo de reconocer un grupo de aspiraciones, para luego aceptar algunas de ellas, usualmente la primera, con lo que se conforma con el mínimo requerido. Además señala que este es un camino pragmático y a menudo necesario, dado que con frecuencia la optimización es una búsqueda futil y costosa.
La trampa de lo bueno, por tanto, es una que debemos reconocer en nuestra búsqueda por lo mejor, por lo máximo o lo excelente. De hecho, Moyer reconoce la importancia de los procesos, que les llama interesantemente, modeladores, dado que en los procesos mismos se logra que los equipos modelen proyectos, ideas y pensamientos.
Sumados estos conceptos, tiene sentido la creación de sistemas, secuencias o rutas que le permitan a los procesos modelar el camino a lo extraordinario, y así evitar conformarnos con lo bueno.
Productos extraordinarios, servicios extraordinarios, soluciones extraordinarias, ideas extraordinarias. Todo extraordinario, que lo bueno, aunque práctico a menudo, no es lo suficientemente bueno.
Si todo esto hace sentido y vivimos comprometidos por aquello en lo que creemos, ¿qué estamos haciendo para tomar una ruta que no se detenga en lo bueno? ¿De qué forma vamos a evitar la cómoda conformidad con lo bueno? ¿Cuál es la fórmula tuya o mía para ir por lo extraordinario?
La trampa de lo bueno queda así públicamente denunciada. Evitémosla todos los días.

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