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Ni retirado ni en reinvención: arribado

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The Slow BurnEs curioso cómo a partir de ciertos momentos de la vida empezás a escuchar preguntas en las que se refleja lo que se piensa y lo que se espera de vos. «¿Te retiraste ya?». «¿Y qué estás haciendo ahora?». «¿Estás reinventándote?». «¿Qué sigue?». No son pocas las situaciones en las que me he encontrado haciendo frente a preguntas de este tipo o a sus diversas variantes. Como acostumbramos a decir en mi país: «Mae, ¿finalmente en la pura vida?».

Son preguntas que contienen ideas preconcebidas, también prejuicios.

«¿En pijamas a las 10 de la mañana un jueves?». Recuerdo la ocasión en la que me hicieron esta pregunta cargada de una buena dosis de humor, sin malas intenciones. No pude evitar reír.  En algunas ocasiones el «buleo» es una muestra de auténtica genialidad y amistad cariñosa.

De alguna manera, estas preguntas te llevan a pensar en un cambio, en dejar atrás lo que sos, lo que hiciste, como si existiera una necesidad de cerrar capítulos y entrar en una nueva etapa, esa que llaman retiro o jubilación. Pero no a mí. No es como yo lo siento.

No me he retirado ni me estoy reinventando. No me encuentro en ese punto donde todo lo que uno ha sido debe dejarse de lado para empezar de cero, como en cierta forma lo establecieron todos los acuerdos de no competencia que firmé. En cada venta, estaba ahí el «non-compete» que para mí resultaba innecesario, porque si algo no iba a hacer era más de lo que ya había hecho.

Al momento en el que me encuentro prefiero llamarlo «arribo». No es un final, tampoco un descanso. No estoy retirado ni mucho menos desahuciado, aunque la sociedad lo intente con quienes hemos alcanzado la llamada tercera edad. Simplemente puedo decir que he llegado a donde siempre quise llegar. Con alegría y algo de vértigo, elegimos vivir esta nueva etapa de manera completamente diferente de como vivimos la anterior, en el ejercicio pleno del arte del desapego.

Así, lleno de alegría lo declaro (y en negrita, para enfatizarlo aún más): Hemos arribado a nuestra «tierra prometida» en constante movimiento.

El mito de la reinvención

Se habla mucho hoy en día sobre la necesidad de deconstruirse y rehacerse. En los medios, en las empresas y en los círculos sociales se promueve la idea de cambio constante para adaptarnos, para no quedar rezagados. Sin embargo, hay voces que cuestionan esta corriente, como es el caso del Instituto de Empresa (IE) de España, una institución dedicada a la enseñanza que propone un enfoque más realista y natural: el reciclaje vital. Este concepto sugiere que en lugar de desechar lo que uno ha construido, se ha de reutilizar y valorar lo que ya existe, tal y como lo aprendí de la profesora Teresa Martín-Retortillo hace unos años en Madrid.

Tiene mucho sentido. No me encuentro en un punto de mi vida en el que necesite ser alguien completamente diferente. Más bien lo contrario. Con la experiencia acumulada en todos estos años corresponde el reciclaje.

Estoy convencido de que todo lo vivido, cada aprendizaje, cada logro y cada error, me ha llevado a ser quien soy hoy. Mi esposa Álex y yo lo hemos resumido muchas veces así: «Teníamos que pasar por allá para llegar hasta aquí.» Y es que ni Dios cambia lo pasado. Por lo tanto, y sintetizando mi parecer, se trata de construir sobre la acumulación de experiencias, que no son pocas en mi caso. Cuento ya 67 años.

El reciclaje vital no implica borrar el pasado, sino refinarlo, tomar lo que nos sirve de él, y aprovecharlo. La vida es un ciclo continuo, nos ofrece aprendizajes y vivencias. Lo que en el pasado supuso un desafío, hoy puede ser una herramienta muy poderosa para afrontar cualquier barrera. Así, el pasado se convierte en un recurso invaluable para construir un futuro más pleno.

El concepto de arribo

Cuando digo que no me he retirado, sino que he arribado, lo hago con intención. Con la mano en el corazón puedo decir que siento que finalmente estoy donde quería estar. A lo largo de la vida he tenido distintas metas, muchos sueños, grandes planes… y aunque no siempre ha sido un camino recto, fácil, he logrado alcanzar el destino imaginado. Pero este no es un momento para echar la vista hacia atrás y descansar en los laureles del «éxito», sino para afianzar todo lo construido.

Llegar aquí no ha sido sencillo. Requirió de mis ajustes, mucha paciencia y, sobre todo, la capacidad de reorientarme sin perder de vista lo que realmente anhelaba. Es en este proceso donde el reciclaje vital se vuelve importante. No necesito ni quiero desechar todo para sentir que estoy avanzando; puedo revalorizar lo que ya tengo y aplicarlo de nuevas formas.

Alcancé un lugar soñado, dinámico, real, y lo celebro, no solo por el logro en sí, sino por todo lo que aprendí en el camino. Cada desafío fue una lección que me permitió crecer, mejorar.

 

El reciclaje vital en la práctica

El reciclaje vital, como lo definen en el IE, se trata de aprovechar lo que ya hemos hecho, vivido y aprendido. No es necesario un cambio radical para encontrar una nueva dirección en la vida. Todo lo que hemos acumulado —ya sean habilidades, conocimientos o experiencias— tiene valor. Es cuestión de saber cómo reutilizar lo aprendido y lo vivido y ajustarlo a nuestras nuevas circunstancias.

Me tomo a mí mismo como ejemplo. Muchas de las habilidades que desarrollé a lo largo de mi carrera profesional en el mundo de la publicidad y como emprendedor de distintos tipos de negocios siguen siendo tan relevantes como siempre. Solo que ahora las aplico de manera diferente. Antes, mi foco estaba en la innovación y el cambio; ahora, lo he redirigido hacia mentoría y legado, cuidando la alimentación y el sueño más que antes, así como el gimnasio y las pesas. No soy una nueva persona, soy la misma, solo que he encontrado nuevas formas de usar lo aprendido y exploro nuevas posibilidades.

Y algo importante: decidí ser un aprendiz permanente. De hecho, la misma profesora Martín-Retortillo destaca el aprendizaje perpetuo como un factor clave para la sobrevivencia en el entorno empresarial, aunque me atrevería a añadir que para la vida como un todo. Al igual que en el competitivo mundo laboral de hoy en día, los empleados deben ser proactivos en su desarrollo de habilidades, y esa misma práctica debe llevarse a la vida personal.

Un dato simpático: me gradué en el Global MBA de la Universidad de Georgetown a mis 62 años. El único abuelo del grupo.

Con frecuencia miro a mi alrededor y descubro que somos muy pocos los canosos en el salón donde tiene lugar esta o aquella conferencia, la clase o la reunión. Lo interpreto como una buena señal de estar haciendo realidad ese aprendizaje permanente, porque la serendipia no tiene por qué ser solo accidental, sino también el producto de la intencionalidad.

El mundo es hoy muy diferente y cambia a la velocidad de la luz. La tecnología ha arrasado con modelos de negocio y transformado por completo nuestra forma de vivir. Sin embargo, la esencia que sostiene lo más importante sigue estando ahí. Las bases del conocimiento adquirido siguen aplicables y vigentes en nuevas y atrevidas combinaciones. Por esto creo que es buena idea abrazar la idea del reciclaje vital y continuo.

No es una reinvención, es (r)evolución

Hay quienes piensan que para mantenerse relevante uno debe cambiar de forma radical, pero no siempre es así. La clave está en (r)evolucionar, en ajustar el rumbo sin renunciar a lo que uno ha sido y aprendido. Esta evolución no es una ruptura, sino una integración de lo aprendido a lo largo del camino.

En este proceso de reciclaje vital, lo que importa es comprender y sostener la continuidad para el cambio requerido. No se trata de abandonar nada de lo que hemos sido, sino de reutilizar todo lo que hemos aprendido y aplicarlo de manera más intencional. Así es como veo este momento de la vida en el que me encuentro, y que puede ser aplicado en todo otro momento también.

Arribado

Para quienes se pregunten si me he retirado o si estoy en proceso de reinvención, esta es mi respuesta: ni lo uno ni lo otro. Estoy arribado. He llegado a donde siempre quise estar y gozo con responsabilidad de mi libertad.

No se trata de reinvención, sino de reciclaje, de aprovechar todo lo que ya soy para seguir creciendo. Ya iré agregando más adelante.

El reciclaje es el camino que he elegido, porque todo lo que he vivido hasta ahora tiene valor. No es necesario ni tendría sentido empezar de cero. Avanzo con la seguridad de que todo lo que he sido hasta ahora, me sigue sirviendo para lo que viene. Al compartirlo con vos, me propongo servirte de peldaño y provocarte para dar esta idea y este paso que no tiene edad ni cita alguna en el calendario.

El viaje no termina; lo conseguido es la base para nuevas aventuras con la sabiduría que solo el tiempo y la experiencia dan.

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