Es difícil encontrar una categoría de negocios que no tenga a la mayoría de sus integrantes… bajándose los pantalones. Con descuentos, ofertas, devoluciones, o con el peor de todos, con el precio más bajo, muchos intentan competir y ganar.
La publicidad no es excepción y por esto, las agencias en su mayoría… se bajan los pantalones. Pareciera que no nos estamos escapando al miedo colectivo a cobrar las cosas por lo que valen, en mi opinión, debido a una sencilla razón: no tienen nada valioso que ofrecer.
Si seguimos concentrados en hacer anuncios rápidos y baratos, las agencias seguiremos perpetuándonos como un commodity cualquiera, un servicio no diferenciado con muy bajas barreras para nuevos competidores. Y es que un anuncio lo hace cualquiera, como es cierto que un anuncio creativo… bueno, casi cualquiera.
Lo que no es cierto es que cualquiera pueda tejer una marca ganadora, y por esto, pocas marcas hay ganadoras como Apple, en el mundo, o como BAC, Payless, Credomatic, Nissan, en Costa Rica, por citar algunas, que se han ido ganando la lealtad de la gente por enfocarse a conexiones emocionales duraderas por una vida entera.
Si los anunciantes solo quieren anuncios, y nosotros solo anuncios les damos, pues no tendremos más que competir por precio, y tal vez velocidad. Y con esto, lo único que haremos es darle al anunciante lo que espera, por supuesto, lo más barato posible o no tendremos cómo sobrevivir.
En cambio, si nos focalizamos en los constructores de marcas, en las compañías que desean que sus marcas pasen de ser nombres a legados, de ser unas cuantas letras a detonantes de emociones que provoquen e inspiren, las agencias de publicidad tendremos mucho que agregar, porque está claro, sabemos hacer mucho más que anuncios.
Los que sigan compitiendo con los pantalones en los tobillos… los veremos pasar frente a nuestras puertas en su propio funeral. Los que se enfoquen en agregar valor y darle a los clientes más de lo que esperan, enfocados en diseñar sus marcas para que sean ganadoras siempre, podrán celebrar la satisfacción del logro alcanzado.
Por esto, insisto en que nos toca darles a los clientes lo que ellos mismos no se imaginaron posible, y con ello, subirnos los pantalones, abrocharnos la hebilla y cobrar en relación al valor que agreguemos al negocio de nuestros clientes.
Si sos agencia, si sos taller, si sos colega, te invito a que dejés de competir por precio. Esto no te lleva a nada más que una vida miserable. Seamos valientes, démosles muchísimo, y valoremos nuestras ideas como nos lo merecemos.