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PURA VIDA, reflejo de conformismo y mediocridad.

Desconozco sus orígenes y no comprendo a profundidad su dimensión plena, sin embargo, yo también soy víctima de las consecuencias que nos trae vivir en un país tan pura vida.
En lo más positivo de su contenido, llenar nuestra existencia de vida pura es la aspiración de toda persona balanceada, noble, sensible e inteligente. Lograr que todo a tu alrededor se inyecte de pura vida, es alcanzar energía, equilibrio, oxígeno, prioridades, tiempo y abundancia. Vida es el contrario de muerte, y pureza es lo contrario a lo maligno, y por lo tanto, un país pura vida debería ser una maravilla.
Sin embargo, en el contexto de nuestra Costa Rica, pura vida es un reflejo del “todo tranquilo”, del “todo en orden” y el “no precisa”. Es una forma colectiva de llevarla suave, tomarse la vida con calma y entregarse a la complacencia y conformidad, especialmente marcada en nuestra juventud.
En el país pura vida en el que vivimos, somos una sub-versión de suizos en América Central, sin ejército y muy educados dado que sabemos leer y escribir, donde todos somos iguales, con gallo pinto y tamales, con leyes suficientes como para que nada suceda y convencidos de un paraíso que lo único que carece es de buenas carreteras.
En el país pura vida en el que vivimos, reina el yo y no el nosotros, gana el vivo y no el capaz, se admira al goleador y no al empresario, se prefiere al común parecido y se le serrucha el piso al que se destaca. El político más común es el politico (es decir, un polo tico) y entre más se conoce del mundo, más nos aferramos a lo que tenemos, así, tal y como está.
Mientras tanto, nos estamos concentrando en venderlo todo, al entregar nuestras playas y bosques, nuestras empresas, nuestros patrimonios, y más aún, nuestra dignidad nacional a manos de la prostitución de todo tipo, los casinos, el juego y la plata fácil, en el contexto de un gobierno que se topa continuamente con las limitaciones de nuestro sistema paralizante, inoperante y obsoleto, independiente de quién presida o qué partido lo tome.
¿Pura vida? Pues no, pura vida nada, pura vida no es pura vida sino una especie de autoengaño colectivo de frente al fracaso de nuestra mediocridad masiva. Y por esto, pienso que somos víctimas de nuestra ADN cultural, concentrado en valores que propician el estancamiento, la complacencia, la pobreza y el subdesarrollo.
Por esto, si queremos darle un giro al país en dirección a prosperidad y desarrollo sostenido, tendremos que reconocer pronto que se trata de darle vuelta a nuestra cultura y redefinir los valores nacionales. Así también, nos toca comprender que no serán los políticos los que lograrán construir el país, sino los empresarios, los emprendedores, los visionarios y la empresa privada responsable.
No hay tiempo que perder. Costa Rica merece ser Pura Prosperidad. Hagámoslo juntos. Ya.

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