Mañana, te amo. Mañana.

Hoy es viernes y ha terminado una semana de trabajo más. La mayoría de nosotros nos disponemos para disfrutar un fin de semana de descanso, mientras que muchos terminan de organizar sus planes de Palmares. Mañana espero retomar la calle y correr de vuelta como lo hice hasta la maratón de diciembre. Me ilusiona el tiempo en familia que me permite un sábado o un domingo, así como el rato que me tomaré para repasar la revista y el dvd de LatinSpots que me acaba de llegar.
Con los vientos alicios y el frío de Enero, con las aulas escolares vacías y esta sensación de inicio de año en tieso y algo de vacío, pasa algo en mi que provoca una especie de zozobra, vaguedad y desazón. Por alguna razón, y tiene que ser la costumbre de una vida entera, me sienta mejor el calor de Semana Santa, las lluvias y los abejones de mayo, el veranillo de San Juan o las banderas de Setiembre. La verdad, Enero no es mi mes.
Lo que sí es cierto es que este Enero en especial tiene ilusiones diferentes a otros años. En general percibo optimismo por un mejor año, los empresarios e inversionistas anticipan mejores oportunidades y todo parece indicar que, en la aprobación del TLC, los sindicatos de nuestro país no lograrán hacer el desorden que desearían. Al igual que muchos, yo tengo confianza en el gobierno actual, en el liderazgo de Oscar Arias y en su competente gabinete. En lo particualar, tengo altísimas expectativas de la gestión que continuarán realizando Fernando Berrocal, Alfredo Volio, Marco Vinicio Ruiz, Leonardo Garnier, Karla González, Bruno Stagno, Rodrigo Arias, todos y cada uno de las cabezas de ministerios e instituciones. Merecen nuestra confianza y apoyo. Tienen una enorme responsabilidad, todos los obstáculos de nuestro país por delante, que no son pocos, y una dirección clara en sus planes. Confío en Dios y en la forma como iluminará a todo este equipo para que realice la mejor gestión pública de la historia del país.
En un contexto así de positivo, sin embargo, me inquieta muchísimo la polarización de nuestra sociedad, la multiplicación de la pobreza, la escalada en crímenes y violencia, la venta masiva del país, los muchos que buscan una vía fácil y la sed insaciable de la mayoría por comprar hasta lo que no necesitan. Me inquieta el vacío espiritual y la consecuencia negativa del turismo, por la forma como inevitablemente trae estímulos para la prostitución, las drogas y las apuestas en casinos de todo tipo. La verticalización de nuestra sociedad trae diferencias que el tico no conoce ni desea, y por esto, anticipo más resentimieto y posiblemente, crímenes y asaltos aún más violentos.
El pesimismo es optimismo informado. Si no hacemos un esfuerzo colectivo por modificar cultura y exaltar los más altos valores, por llenar necesidades físicas y emocionales, hoy, viernes por la noche, siento que no habrá una Costa Rica mejor en nuestro futuro. No es una cuestión de aeropuertos, carreteras, índices económicos positivos, sino de un país enfocado a la prosperidad de todos sus habitantes, con un legítimo deseo de que nadie se nos quede atrás. Esta es una misión de sobrevivencia donde todos tienen que salir con vida… aunque de esta, es claro que nadie sale con vida.
Deben ser los vientos alicios, el enero que medio arranca el año o simplemente la noche. Hoy me siento inquieto y un tanto inseguro. Dichosamente, mañana será otro día. Como dice Annie en su canción: Mañana. Te amo, mañana.

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