Cuando llegamos a Cannes, los costarricenses hemos llegado como uno solo. No como varias agencias compitiendo, sino como un país superándose a lo grande, un paso a la vez, un león de metal tras otro.
El abandono en el que he tenido mi blog, los tweets y hasta los kilómetros en las calles tienen una sencilla explicación: ¡he estado muy ocupado! Sin embargo, ante un reclamo con jalón de orejas