Terminamos la segunda ronda, y como lo disfruté el año pasado, juzgar para el Ojo de Iberoamérica ha sido un placer. Primero, por la organización y don de gente de todos en el festival, y segundo, por la calidad y nivel creativo de lo que participa en este concurso regional que solo crece año con año.
Entre los finalistas de este año, encontré más piezas de Costa Rica que nunca antes. Sin embargo, la mayoría de éstas piezas parecen ser adaptaciones para festival o truchos de clientes que casi no existen. Hay una versión Huecos, por ejemplo, para TV, que no se de qué agencia es, pero tiene nariz de trucho, pelo de trucho, camina como trucho y por todo lo que luce, es muy posible que sea