Cuando de una tienda se trata, un show-room o un supermercado, una sucursal o un salón, la personalidad proyectada cuenta tanto como la experiencia misma en su propio piso. Esto lo saben en Sodimac, Ikea o Easy, por citar algunos ejemplos recientes de publicidad retail, cuyas piezas de atracción recientes incluyo de seguido.
Luego en el piso, el desafío es responder a la personalidad que se proyecta en los mensajes. En las agencias, sin embargo, me parece que los creativos publicitarios hemos hecho un mejor trabajo que los diseñadores del punto de venta, pues en general, la imagen en TV es mejor que la que se vive en realidad. Por esto, corresponde enfocarse al piso en un sentido prioritario: mejorar la experiencia de compra, estimularla, encenderla, que lo que buscamos es que siempre quieran volver.
Bien lo dice Godin, cuando afirma que la fórmula hoy exige de productos y servicios extraordinarios, además de marketing y publicidad extraordinarios. En dirección a Lovemarks, el piso es el último territorio para seducir a una compradora que lo quiere todo, precio y calidad, buen trato y velocidad. Así también, el piso es la arena ideal para Sisomo, para agregar sight, sound motion, pues hoy día las pantallas deben estar ahí para valernos de la tecnología al inspirar lealtad para nuestras marcas.
No es en publicidad, en el descuento o la promoción. El reto está en la experiencia que se vive en el piso que se resume así: que quiera regresar.