En una simplificación práctica, existen dos tipos de países: los que sí prosperan y los que no lo hacen. Aplica el concepto también a compañías, instituciones, familias y todo tipo de organización humana. Unas avanzan y otras se estancan o retroceden.
Al referirnos a prosperidad, desde una perspectiva práctica también, te invito a considerarla como una ruta favorable de las cosas tanto en lo social como en lo económico. Estamos prosperando si las cosas van mejor, incluida la felicidad y nuestra capacidad para la convivencia en armonía y equilibrio.
Dicho esto, y a manera de plataforma para continuar las conversaciones, es oportuno revisar los valores identificados por Lawrence E. Harrison, de su libro publicado en 1999 llamado «The Pan-American Dream». Aquí una traducción rápida a su texto original:
- Orientación al tiempo: Las culturas que progresan enfatizan el futuro; las que se estancan se enfocan en el presente y el pasado. La visión al futuro implica superación e influencia en el destino, recompensas en la vida y una suma positiva en lo económico.
- El trabajo es central para el bienestar en las sociedades que propician prosperidad, mientras que es una carga en las sociedades estáticas. En las primeras, el trabajo le da estructura a la vida cotidiana. La disciplina, la creatividad y los logros son premiados no solo financieramente sino también en satisfacción personal y autoestima.
- La frugalidad es la madre de la inversión y de la seguridad financiera en las culturas progresistas, mientras que es una amenaza a las sociedades «igualitarias», defensivas del status quo y que usualmente tienen una visión de suma cero. (para ganar uno el otro debe perder).
- La educación es la llave a la prosperidad en las sociedades que progresan, mientras que es de importancia marginal en las estáticas, con la excepción en las élites de las mismas.
- El mérito está en la esencia del avance sostenido en las sociedades progresistas, mientras que las conexiones, los nexos familiares y la tradición cuentan más en las sociedades que se estancan.
- En en el caso de las naciones que facilitan prosperidad, la comunidad es donde se logra identidad y confianza, más allá de la familia y hasta alcanzar la sociedad misma. En las culturas que tienden al estancamiento o retroceso, la identidad se define en círculos muy reducidos, y son más propensas a la corrupción, la evasión de impuestos y el nepotismo. También se inclinan menos hacia la filantropía.
- Los códigos éticos son más rigurosos en las culturas que progresan. Con la excepción de Bélgica, Taiwan, Italia y Corea del Sur, las democracias más avanzadas aparecen entre las 25 menos corruptas el Transparency Internacional’s Corruption Perception Index. Chile y Botswana fueron las únicas excepciones del «tercer mundo» en esa lista.
- La justicia y el juego limpio son condiciones universales esperadas en culturas progresistas. En las estáticas, como en el plano personal, hay una propensión mayor en conceptos como el «a quién se conoce» o el «cuánto se puede pagar».
- La autoridad tiende a ser dispersa y horizontal en las sociedades prósperas. Mientras tanto, en las otras sociedades con tendencia al estancamiento, se nota concentración y verticalidad de la autoridad.
- Por último, la influencia de la instituciones religiosas tiende a ser menor en la vida cívica de las sociedades que progresan. En las otras se observa una influencia que es sustancialmente mayor. En las primeras se estimula una visión heterodoxa y abierta a disentir, mientras que en las segundas hay una inclinación a la ortodoxia y la conformidad.
Luego de esta interesante visualización de variables y factores, es importante reiterar la misma observación del autor, pues obviamente se trata de generalizaciones. También es cierto que la realidad no es en blanco o en negro y que en cada uno de los valores anotados, difícilmente en un país lograrían calificación de diez o de cero.
En lo personal, en el punto 10 tengo un parcial desacuerdo. En una sociedad como la de los Estados Unidos, el billete de un dólar dice: «In God We Trust» (en Dios confiamos). Los valores que se resaltan parten de una base milenaria y su énfasis en innovación, prosperidad y trabajo se originan en una interpretación que conduce a un estilo de vida más productivo y de mayor avance.
Sin entrar en más análisis, para ampliar a las observaciones hechas por Harrison, lo importante es resaltar que está en juego el progreso, la prosperidad y la vida de las personas en una sociedad y no su cultura. Dicho esto, debemos discutir cuáles valores en el costarricense deben ser protegidos, así como identificar cuáles debemos modificar.
De nuevo en el propósito de lo práctico, lo realizable y potente, podríamos empezar por considerar algunos básicos, como por ejemplo:
- Desprestigiar el choteo. (guerra al sarcasmo).
- Celebrar el mérito. (descartar el serrucha-pisos).
- Exaltar la puntualidad. (Retomar el reloj y el respeto al compromiso asumido).
- Redefinir el pura vida (Como vida balanceada en armonía y propósito).
- Proteger la honradez y el trabajo. (Como valores clave para la sostener la prosperidad).
- Detonar la innovación. (Pasar del «todo tranquilo», la pasividad y el conformismo, a la creatividad y la innovación).
En el centro de nuestra atención está lograr encausarnos en una ruta de mejoras para las personas que vivimos en Costa Rica. Tanto tendremos que construir carreteras, puertos y escuelas, hospitales, puentes y seguridad, como una nueva mentalidad en el tico de hoy y del futuro.
La competitividad empieza por uno.