El lunes pasado quedamos conectados con Mariela Cruz, impresionados, tocados, inspirados, movidos, impactados, seducidos.
Todos y todas en Tribu quedamos fascinados por la belleza de los movimientos, la fuerza de sus extremos, por la magia de la simetría, el modelo de la disciplina y el alcance de lo flexible. Mariela se mostró como que si fuera totalmente de goma, y a la vez, con el poder que solo tiene el acero. Presentó evoluciones y de repente explosiones, suavidad siempre y elegancia en cada instante. Su rostro expresaba paz, determinación, foco, desconexión y conexión total, forma y fondo, presencia y ausencia a la vez, en su demostración de casi una hora completa.
Nos desarmó por la belleza que logra, la armonía que alcanza, la magia que se desprende y el asombro que provoca. El misticismo en Mariela Cruz, con misterio, sensualidad e intimidad, logra lo imposible e inspira en lo profundo, porque es una demostración de lo infinito y lo eterno en su alma y su mente, su corazón y su pasión.
El tiempo del lunes en la mañana en Tribu ya se suspendió en el aire y quedó con nosotros para siempre. Mariela, gracias.