Por siglos hemos querido evitar el unionismo propuesto por Guatemala, Honduras y El Salvador. Nos ha ganado el nacionalismo egocéntrico del tico aislado y presumido en la fresca brisa de su Valle Central. Por una vida entera hemos contribuido a sumir a Centroamérica en su fragmentación, debido a las brechas sociales y económicas creadas por un desarrollo desigual. Historiadores y economistas tendrían que explicar lo sucedido con argumentos e interpretaciones fundamentadas, pues no pretendo hacerlo yo sin conocimiento suficiente o en la redacción casual de un blog personal.
Sin embargo, con humildad y ante las evidencias, como costarricense debo reconocer que siento con pena el error histórico cometido y lamento que los costarricenses no hayamos sido más solidarios, más visionarios y más congruentes con los desafíos impuestos por un mundo de fuerzas superiores. No lograremos prosperar solos ni tenemos elección, pues corresponde crecer y superarnos de la mano con los demás países de Centroamérica. Ellos lo han sabido siempre, nosotros lo hemos intentado negar erradamente. Corrijamos.
De una simple reunión de Representantes de todo el mundo al Festival de Cannes en Londres, regreso convencido de la importancia crucial de unirnos y dejar a un lado las diferencias que nos han separado. Antes de escribir estas líneas, envié un mensaje al presidente de turno de la Fecap, la débil federación centroamericana de agencias de publicidad, para que juntos levantemos una bandera pesada y que solo se soporta al aire con el apoyo de los guatemaltecos, los hondureños, salvadoreños, nicaragüenses, costarricenses y panameños unidos. Mientras que Argentina, México y Brasil, se presentan con sus credenciales innegables, nosotros vamos por el mundo fragmentados, incompletos y con pocas oportunidades.
En Cannes no tenemos opción a un jurado para Costa Rica, por ejemplo, mientras no tengamos suficientes participaciones, premios y delegados. Una combinación matemática de estos factores, no nos permite aspirar al menos a un jurado para que, desde adentro, podamos aprender y defender nuestras propuestas, así como luego compartir lo absorbido. Sin embargo, a nuestra consulta, el Festival podría estar anuente a hacer la aritmética consolidada a favor de Centroamérica como si fuéramos un solo país, si todos tuviéramos representantes y estuviéramos de acuerdo en hacerlo así. Esta es una realidad que debemos atender con velocidad y diligencia.
En mi mensaje a Bolívar Márquez, Presidente de la Asociación en Panamá, le he propuesto que consultemos oficialmente con las asociaciones de cada país, para lograr que en Centroamérica sean éstas las que representen a Cannes, como ha sido el caso de Suecia y ahora el de Costa Rica. A Terry Savage, Chairman del Festival, lo dejamos en Londres a la espera de nuestras recomendaciones, y por esto, nos moveremos rápidamente para intentar un representante por país, y así, darle un sentido inspirador y un propósito adicional de mucho atractivo a la Fecap, cuya presidencia se turna cada periodo. Las asociaciones tendrián por tanto, la primer opción.
Centroamérica inevitable, de cara al mundo y en nuestra pequeña realidad. Nos corresponde evolucionar a ser centroamericanos nacidos o nacidas en Costa Rica, en Guatemala o Panamá. Centroamérica, por encima de todos los sentimientos de generaciones que nos han mantenido separados, para abrirnos nuevas oportunidades. Centroamérica para enfrentar al mundo, unida por un león, el primero y los que sigan, consciente de que así se protegerá mejor la identidad, el prestigio y la lucha de cada país, especialmente cuando se recoja la cosecha.
Centroamérica creativa, por supuesto, que no importarían jueces de tipo alguno en Cannes, pues sin los goles no se ganan los partidos. La fórmula es dar pasos antes de correr, claros de que la dirección que tomemos juntos determinará el destino.