Hay experiencias irresistibles, que además de provocar deseos de repetirlas, logran que miles de personas hagan fila por vivirlas. Desde tiendas hasta restaurantes, de iglesias a parques de diversiones. No importa el negocio, que una experiencia bien diseñada se convierte en un imán irresistible.
Ayer había fila para entrar a Abercrombie & Fitch en la Quinta Avenida de Nueva York, una tienda de ropa llena de misterio, sensualidad e intimidad desde la misma puerta de entrada. En sus cuatro pisos, una iluminación diseñada, música como en un club joven y modelos por todos lados.
Sin embargo, A&F no debería sorprendernos tanto como descubrir que iglesias en Harlem también logran filas de gente deseosa de vivir su experiencia Gospel, como en el caso de la Abyssinian y la African Methodist, con servicios espirituales emocionantes a pelo parado.
No importa lo que hagamos y a qué nos dediquemos, si somos gente de publicidad y mercadeo, odontólogos o abogados, la experiencia puede ser diseñada para que se desee repetir. Claro está, obligará casi inevitablemente a escapar de lo convencional, para irnos a lo personal, lo relevante y cercano, como en el caso espectacular de Apple. En este caso, la icónica tienda entre el edificio GM y el Plaza, en la esquina sureste de Central Park.
Lo mejor de toda esta propuesta es que, invariablemente, las cajas registradoras suenan en mayor monto por transacción, así como en mayor número en las deseadas transacciones. Es tanto enfocarnos en lograr respeto por nuestras marcas, como el más poderoso deseo por tenerlas, hacerlas propias, comprarlas. Seguramente, el negocio será pujante y emocionante, como lucía ayer esta gigantezca tienda llena de Macs, iPods, AppleTV, Time Capsules y mucho más.
No hay duda que el mundo está lleno de ejemplos extraordinarios, como lo demuestra la legendaria marca de los viajes exploradores Louis Vuitton, hoy transformada en un símbolo de la moda y sofisticación. Con esta fachada moderna en Nueva York, demuestra su flexibilidad, adaptación y capacidad para redefinirse tanto global como local.
En varios artículos, de un párrafo o de cinco, he insistido en la importancia de enfocarnos a diseñar experiencias irresistibles, para provocar cambios relevantes en nuestras marcas. Es por esto que en Tribu nos enfocamos a llenar el mundo con Lovemarks, una forma inpiradora para definir un sentido de dirección, pues Lovemarks no es un destino sino un camino.
El mundo cambió y ella también. ¿No será tiempo de evolucionar las experiencias que ofrecemos?
