Cuando se cuentan los años en décadas y una o dos ya no son suficientes, es tiempo de reconocer la bola o la piña, como querás llamarla, pero claramente la cantidad de tiempo que se ha acumulado como en mi caso y en la publicidad.
Mucho podría compartir de lo que han sido estos 30 años desde que inicié la travesía en la McCann-Erickson Costa Rica de 1989, y sin embargo, más me emociona la más simple y profunda verdad: me siento agradecido. Con Dios, por supuesto, con mucha gente maravillosa en el camino, con algunas pocas que resultaron todo lo contrario, con todo lo que la publicidad me ha dado en la vida y lo mucho que seguramente me va a dar.
Por esto, en una escala mucho menor y con total humildad lo reconozco, llevo algún tiempo de estar enfocado en regresarle un poquito cuando menos. Apoyando en lo gremial, sirviendo en lo creativo, abriendo espacios en lo posible y sobre todo, sirviendo de puente en todo lo que está a mi alcance. Seguramente nada como devolución a tanto y por tantos años, pero ciertamente mi sincera y sentida contribución.
Me impresiona pensar que hace 30 años yo empezaba en ésto, mientras que la mayoría de los lectores de mi blog no tiene siquiera esa edad. Me sorprende que esto suceda sintiéndome mejor que nunca, más fuerte y más lleno de planes y proyectos que nunca antes, como también me emociona estar rodeado de la mejor tribu del mundo, porque ciertamente es la mejor Tribu que ha existido.
Ya entrados en el 2009, muy especialmente, un gracias enorme a los clientes y amigos que hacen de Tribu su agencia, y de nuestras compañías asociadas, el grupo de comunicación y branding con el que se apoyan para sus negocios. Todo lo que hacemos lo procuramos sostenible, incremental y por supuesto, relacional. En todo lo que hacemos cada día más influeciamos para provocar márcas que inspiren lealtad y seduzcan como pocas.
A 30 años después del primer día, satisfecho e incoforme, siempre agradecido.
