Mi abuelo materno se llamó Clemente Alpírez Garay.
Nunca lo conocí pues murió en el 48 cuando fue víctima de una emboscada artera. Recibió las balas mientras gritaba vivas a don Pepe durante el regreso a la casa en las afueras de San Isidro del General. Ya había triunfado el movimiento armado, por lo que celebraba la victoria de la lucha en la que participó. Siempre he pensado que él podría haber sido el último caído.
Su viuda Isabel y sus siete hijos e hijas tuvieron que emigrar a San José en busca de una mejor vida. Poco tiempo después y a nombre del Gobierno de la República, don Pepe les entregó una casita en Hatillo y una modesta pensión como familia del excombatiente fallecido. En esos tiempos habría abolido el ejército, volcado el presupuesto a la educación y comprometido a regresar el poder.
Así las cosas, en medio de un hogar profundamente Metodista, las historias de la revolución eran cotidianas, incluidas muchas menciones a La Lucha, el lugar legendario donde se había iniciado aquel rescate del país.
Por esta raíz y origen, alrededor de 1980 fui a conocer La Lucha, guiados por mi amigo el Chino Cortés (QDDG) y en compañía de mi novia y hoy mi esposa. Pasamos una tarde inolvidable, inspiradora y muy conversada con don Pepe, con café tinto y un cajita de galletas Familia. Fue un privilegio de vida del cual no guardo ni una foto ni una grabación, sino recuerdos para el alma de aquel señor fascinante, sencillo y profundo que tuvo la oportunidad de cambiar nuestro país y lo hizo.
En aquellos años Víctor Ramírez lo entrevistó ante las cámaras y así creó un excelente documento en video que me permite recordar aquella visita a La Lucha. En éste espacio respetuoso y abierto, me permito incluir la entrevista disponible en Youtube como referencia y reflexión válida para los tiempos que vivimos.
En el marco sencillo, purista y esencial de aquella cuna de movimientos capaces de transformar, hoy volví a La Lucha. Tuvimos quorum casi completo de la Junta Directiva de Vía Costarricense. Con el aire fresco y el sol radiante, fue una nueva oportunidad para dialogar sobre la realidad nacional y el trabajo por el país, a la vez que se protege el legado, los principios y valores que nos permiten ver desde la altura y más lejos.
Siempre es un buen día para estar en La Lucha.