El guion de nuestras vidas hará eco en la eternidad

Guion, Script

Logo ThumbnailA la rayita corta le llaman hyphen en inglés y en español le decimos guion. Viene en varias longitudes: -, –, — y entiendo que algunas más.

En el idioma de Shakespeare, una de las principales funciones del guion es como marca de puntuación para unir dos palabras, o bien dividir en partes una sola palabra. Uno de sus aportes que más disfruto es como modificador compuesto, pues al unir dos palabras se convierte en el puente para que sirvan como un solo adjetivo.

En el idioma de Cervantes, la rayita tiene la función morfológica en marcar la separación entre las sílabas que componen una palabra. Todo discutible, y así, en ambos idiomas tiene otras aplicaciones, como introducir diálogos y prefijos o para hacer una aclaración —eso entiendo— en su versión alargada.

La rayita se las trae y agrega por todas partes. De hecho, precisamente seguimos los guiones marcados en las carreteras como referencia al conducir, pues son la guía para separar el ir del venir, usualmente tanto en blanco como en amarillo. Cuando les encuentro al volante, me dan seguridad al indicar que se trata de una zona en la que se puede rayar —decimos en Costa Rica— cuando nos referimos a adelantar.

De todo lo que podría extenderme ampliando del guion, sin embargo, ninguna función suya me resulta más curiosa, atractiva, magnética y reflexiva que la cumplida en muchas lápidas de los cementerios. ¿Lo habrás notado?

Por práctica común, la fecha de nacimiento está ahí. En mi caso presentará primero el año 1957. La convención parece haber acordado que aquel año en el que nacimos es una pieza de información tan importante que se fija para la posteridad en la misma tumba.

De hecho, no se usa incluir el año maravilloso del primer matrimonio ni del tercero. Se omite el año feliz en el que nacieron los hijos, así como cuando se dieron las graduaciones. Tampoco se usa agregar una historia o referencias específicas, aunque se suele incluir citas, adornos, flores y hasta fotos en piedra, bronce o granito.

Es casi estándar que aparte del primer año, se incluya el último de la vida. Supongo que así se confirma que en efecto morimos y estamos a dos o tres metros bajo tierra. Desde luego, cabrá la posibilidad de estar debidamente incinerados y hechos ceniza empacada en la urna funeraria.

En el memorial de Mahatma Gandhi se incluyen sus últimas palabras “Oh Señor”, acompañadas de la llama eterna. En el de Mandela se incluye una cita célebre que recuerda su mensaje de paz y libertad. Para Martin Luther King Jr. sin embargo, incluye lo acostumbrado en nuestras latitudes al marcar en su mausoleo: 1929 – 1968.

Y ahí está la rayita entre un año y otro. Entre la primera y la última fecha, las lápidas en los cementerios a menudo nos recuerdan la vida con ese guion. Podría no haber sido su intención original, parece que el guion está para recordarnos todos los demás años en el medio. Así es, un guion aparece como único símbolo permanente para representar la vida.

En español un guion tiene otro significado también. Un guion​ “(hasta 2010, guión)​ es un texto que expone —con los detalles necesarios para su realización— el contenido de una película, de una historia, de un programa de radio o televisión. Es decir, un escrito que contiene las indicaciones de todo aquello que la obra requiere para su puesta en escena.”

Por lo tanto, hace todo sentido que la lápida tenga un guion para conectar el año de nacimiento y de nuestra muerte. Es con un guion que podremos responder a la pregunta: ¿Cuál es la historia que deseás se cuente de vos? O bien, si tu vida fuera a ser película: ¿Cómo sería su guion?

La vida entera podría terminar siendo representada por una rayita, como símbolo del guion que escribirás un día a la vez. Entre el año en el que nacimos y aquel en el que nos fuimos, el guion será lo que hagamos de nuestras vidas. ¿Cuál es el tuyo?

Coincidencia o premonición, uso guiones en mi nombre en éste blog para sugerir una obra inconclusa, en construcción y desarrollo. En la esfera del símbolo incluimos otro guión, para recordarnos estar encendidos, listos para seguir con la energía de una buena actitud.

Nuestro guion podrá ser insulso o emocionante, propio o copiado. Podrá ser uno impuesto por las presiones de la sociedad o uno libre al compás de tu voluntad y propias decisiones. Si elegís la hipoteca pesará en tu guion por muchos años. Si elegís el alquiler, tu morada será la que habitás y no la que tenés en propiedad. ¿Cuál es la historia que deseás se cuente de vos?

El guion de tu vida podrá ser como el recorrido de una balsa en los rápidos del río Reventazón, cuando un grupo de personas rema con muy poco control. Van por donde pueden bajo la guía imprecisa de un guía con experiencia.

Como buena práctica de seguridad, es muy probable la compañía del kayak. A diferencia de la balsa, ha dominado la técnica y cuenta con la fuerza del remo, llevando el kayak que escribe su propio guion en el recorrido.

Cuando se surcan las aguas bravas en el kayak, podrás surfear una ola, ponerte bocabajo, tirarte por una cascada o hacer un roll en caso de vuelco. Cualquiera que sea el recorrido, es imprescindible aprender a enderezar el callac rápidamente, con toda confianza y determinación.

Aunque ningún recorrido es igual, el guion de quien “kayakea” por la vida me luce más propio de quien pasa al modo proactivo y decide su curso, aún ante obstáculos e imprevistos, para tomar su ruta, su propio recorrido.

Nuestro guion es a menudo escrito por códigos impuestos y expectativas no cumplidas. Con frecuencia seguimos un patrón malsano o una rutina que enajena. Esta narrativa es propia de la balsa, o quien ha confundido sus yugos por aparentes libertades. De quien es presa de la condenación por generaciones, sin llegar al cuestionamiento valiente de nuestro ser.

El guion de la vida lo escribe uno. No somos parte de ningún plan perfecto y por el contrario, la historia de nuestras vidas las redactamos con nuestras decisiones, acciones y movimientos. No somos víctimas sino actores protagonistas, por tanto, contamos con el derecho, el talento y la potestad divina de escribir nuestro guion.

“Cada quien tiene necesariamente que ser el héroe (o la heroína) de su propia historia”

Quien cuenta con virtudes azules pintará su vida con ese color. Quien ha cultivado el talento de un instrumento musical, gozará de música protagónica mientras los demás acudimos al Spotify. Quien es martillo verá un clavo en todo problema u oportunidad. Quien elige emprender lo hará parte importante de su guion, como a su vez lo hará quien haga carrera en la empresa pública o privada, en las iniciativas con fin de lucro así como de entrega social.

A pesar de navegar en el kayak, no creo que todos podamos lograr lo que deseamos o nos proponemos. Creo que es una falsa promesa que debe ser tomada con pinzas. No somos excepción, sino mas bien norma, cuando confesamos extensa la lista de intentos fallidos y sueños inconclusos. Esta es la suerte que debe correr quien elige escribir su guion con independencia y libertad.

El guion de nuestras vidas lo escribe cada quién a su mejor entender y posibilidades. Si se estudia es un resultado, si se vagabundea es otro. Si se crea valor a la sociedad se obtiene una ganancia, así sea reconocimiento y prestigio, mientras que es otro si se es carga, lacra, fardo o plomo. Si se corrige el rumbo se endereza la vida; si por el contrario nos dormimos nos llevará la corriente o cosa peor.

1955 2011 marca los años de Steve Jobs. La rayita entre los años se refiere a uno de los más influyentes seres humanos de los últimos 40 años. Ese guion incluye la Mac, el iPhone, el iPad y la pasión por la tipografía, haber conectado a la humanidad, así como la integridad de quien busca con pasión hacer una marca en el universo.

1879 1955 se refiere a Albert Einstein. Su guion incluye haber sido elegido post mortem “Persona del Siglo” por Time, pues fue el científico prominente en un siglo de ciencia. Mejor conocido por su teoría de la relatividad (E = mc2) es un símbolo e inspiración para científicos e inventores.

Einstein y Jobs hicieron de su guion vidas extraordinarias. A la vez, es muy probable que tengamos en nuestras vidas a personas desconocidas por el mundo y vitales para nosotros en la intimidad. Porque nada tiene que ver la rayita con fama, sino en pasar por la vida y dejar un legado relevante, de amor, de cariño, de creación y valor.

En algunos casos como el mío, nuestro legado serán nuestros hijos; ellos serán nuestro más maravilloso aporte a la vida. En sus recorridos veremos el éxito verdadero, pues éxito es sucesión. Por libertad sentida y legítima autonomía, por sus corazones protegidos y su realización personal.

En otros será el éxito será una reforma constitucional, un movimiento creado o un invento exitoso. Podrá serlo una colección particular o una obra literaria, arte o el gol que alcanzó el campeonato.

Todos tenemos los días contados, y nadie sabe en vida cuál será el segundo año que se marcará en nuestras lápidas. Mientras tanto, podemos hacer de nuestro guion una marca que agregue, que importe, que aporte y se recuerde. El alcance es secundario en el tanto llegue a quien vive en nuestros corazones.

Desde lo más profundo del alma, querido lector, querida lectora, deseo que tu propio guion sea un reflejo de tus sueños y aspiraciones. Que la generosidad caracterice tu paso por la vida. Que la compasión florezca desde tu existencia y para toque a muchos a lo largo de generaciones.

A la vez, doy gracias por todas las personas que tocaron mi vida con su guion. A quienes conocí en vida y de quienes aprendí sin conocerlas, quienes inspiraron mi vida y me alentaron en mis momentos débiles, los de temor y ansiedad también. A quienes encendieron mi ambición e impulsaron mis luchas, encuentros y conciliaciones.

Por siempre, y hoy en particular quiero dar las gracias a Fernando Oller Zamora (1916 2005), quien me dio su apellido a mis 36 años. Fue mi padre por adopción, por amor y por legitimidad. Tanto me adoptó a mi como a mi esposa y a mis hijos.

El fue pilar fundamental de vida además de maravilloso apoyo afectivo desde mis 9 años y hasta su último respiro. Él herediano y yo saprissista, gozamos, sufrimos y reímos. Me enseñó a mares, me guió y dirigió con su ejemplo. De él aprendí el ajedrez y el trabajo tenaz, aunque no así su genuina humildad y característica frugalidad.

La rayita entre sus años hizo huella en mi vida y por su guion le doy las gracias, así como a Dios también. Lo extraño y me habría fascinado que gozara más de sus nietos y que mis nietos le pudieran haber conocido.

Honro su memoria y quisiera poder abrazarlo de nuevo. Gracias a papá por haberme hecho parte de su guion.

Para concluir por hoy, gracias por haber llegado hasta el final de esta publicación. Te reitero mis mejores deseos, y que esa rayita de tu vida brille, inspire y conmueva.

Que tu guion sea un espejo de tu corazón.

Paz y amor.

 

 

 

 

 

 

 

 

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