Hace unos días me encontré con un anuncio que habla de envidia, posiblemente desde las entrañas del mismo sentimiento, que me inquietó el espíritu e hizo pensar en este pecado capital, y por esto también, hoy tecleo en desorden sobre la envidia. ¿O debería decir con ella?
Éste es uno de los sentimientos más poderosos en el ser humano. Sentimos y provocamos envidia. Sentimos sus corrosivos efectos, así como percibimos en nuestra piel cuando otros nos envidian. Así como hay envidiosos, también hay quienes fácilmente provocan envidia. En general, sin embargo, todos la tenemos y la provocamos, en mayor o menor medida.
¨Sangre en el ojo¨, ¨quedarse con el clavo¨, ¨te tengo un chisme…¨, la burla, el doble sentido y el choteo no son más que manifestaciones de inferioridad y envidia que se disfrazan así en quienes más profundamente la padecen. Cuando sentimos envidia en la sangre, fluye un veneno que enferma y contamina, y por esto, cuando provocamos envidia, tenemos que comprender que al frente hay alguien narcotizado por esa potente ponzoña en el alma.
De la envidia se habla poco, aunque desde siempre hemos padecido sus aberrantes consecuencias. Estas son solo unas cuatro opiniones de la envidia:
La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
Miguel de Unamuno (1864-1936) Filósofo y escritor español.
La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.
Diógenes Laercio (S. III AC-?) Historiador griego. También conocido como Diógenes
Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien.
Proverbio árabe
La envidia es como «un sentimiento de aguda incomodidad, determinada por el descubrimiento de que otro posee algo que nosotros creemos que deberíamos tener». El discurso del envidioso es repetitivo, monocorde y compulsivo respecto de lo que envidia y de con quién compite.
Harry Stack Sullivan
La envidia bloquea el pensamiento creativo, genera ansiedad, tristeza y rencor. La envidia se manifiesta, en particular en nuestras latitudes, con esa insistencia enfermiza de muchos en burlarse de los demás, aunque con frecuencia se esconde el envidioso detrás de la amabilidad y la cortesía. Es aquel o aquella que se alegra de los fracasos ajenos y sufre a la vez con los éxitos de los otros. Deja de ver a través de sus ojos, y más bien ve a través de a quien envidia, por lo que deja de vivir su vida y pasa a vivir en función de la vida que envidia, que al ser imposible, solo profundiza el efecto del veneno y agudiza el daño que provoca.
Para prevenir la envidia, Eroski opina que es recomendable:
• Estimular la empatía, la capacidad de ponernos en lugar del otro.
• Favorecer la confianza en uno mismo y en los demás, desarrollando expectativas y modelos positivos sobre las relaciones sociales.
• Establecer en la infancia relaciones correctas y equilibradas con los demás niños .
• Relativizar las diferencias sociales y adquirir habilidades para elegir adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse.
• Valorar correctamente nuestra capacidad, sin infravalorarnos ni sobrevalorarnos.
• Colaborar (tanto dar a los demás como solicitar ayuda), es un buen medio para dotarnos de la pericia que requiere resolver los conflictos que causan envidia.
• Acostumbrarse a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad, no siempre en los negativos.
• Relativizar el éxito propio. Y, si es posible, tomarlo incluso un poco en broma.
• Interpretar nuestro progreso personal mediante la comparación con nuestras competencias y habilidades, no con las de otros.
La envidia, por tanto, es un sentimiento que se debe administrar. Si sos un envidioso o envidiosa, si envidiás y percibís el tóxico narcotizante que produce, buscá ayuda, conectate con Dios, incliná tu cabeza por guía y dirección. La envidia no lleva a ningún buen destino. La envidia enferma, destruye, carcome.
Si sentís que la provocás con facilidad, también corresponde valorar la opción por más humildad, sencillez, amistad, abrazo y amor. No edifica quien sabiéndose envidiado, acentúa o marca aún más los factores que provocan este sentimiento. De nada sirve. A nada positivo te lleva.
Siento envidia. Aunque no quiero la envidia en mi vida, siento envidia de otros y otros me envidian. No me gusta la envidia. Estoy seguro que vos tampoco gustás de la envidia. Abandonémosla. Dejémosla atrás. ¿ Con Dios en mi corazón salvaje, adiós envidia.