En las épocas en las que ganamos nuestro primer Pregonero de Bronce, alrededor de 1991, hace unos 20 años, como agencia nos llevamos una estatuilla invaluable y en lo personal gané un amigo para la vida entera.
Todavía recuerdo cuando anunciaron que el Pregonero a la mejor campaña del año era para Consumer (el antiguo nombre de Tribu DDB). ¿Y cómo podría olvidarlo? En ése instante éramos unos totales desconocidos, posiblemente la agencia 36 en el ránking o also similar y ganadores inesperados desde todo punto de vista. Mientras caminé al escenario por la estatuilla, pude escuchar murmullos y zuzurros que preguntaban: ¿Consumer? ¿Quiénes son? ¿De dónde salieron?
La mayoría de mis lectores estaban en el kinder en ésas épocas, y por lo tanto, no lo tienen en sus radares. Sin embargo, quienes lo recuerdan posiblemente coincidirían conmigo en que fue un punto de giro, un pivote y resorte en nuestra carrera. El Pregonero de Bronce a la mejor campaña del año para el Banco Banex hizo una diferencia y no perdimos la oportunidad. Tuve que hacerlas de Director Creativo y Redactor de la campaña, creo que éramos unos 12 en la agencia en aquellas épocas, con el diseño espectacular de Alexandra Castegnaro, pues su talento y aporte hicieron éste premio.
Aquel Pregonero de Bronce fue importante, nos abrió muchas puertas y no dejamos de pasar por ellas para avanzar en nuestra carrera. Lo recibimos y lo valorizamos, lo ganamos y lo multiplicamos en su efecto, hasta convertirnos en una buena opción a las agencias tradicionales. Al iniciar una compañía, un Pregonero es una maravilla si se sabe aprovechar. Al ganarlo en madurez empresarial es una auténtica confirmación. Sin embargo, nada sustituye el trabajo a lo largo de los años, pues no hay atajos ni almuerzos gratis.
Unos meses antes, nuestro cliente Banex y John Keith como su Gerente de Mercadeo habían pasado momentos difíciles con nosotros. En dos ocasiones tuve que llamarlos para pedirles más tiempo, pues no lográbamos llegar al producto creativo que deseábamos aportar. Sin embargo, y a pesar de las dudas que les generamos, cuando finalmente llegamos con la campaña, John tuvo las agallas para aprobar lo diferente, con dobles páginas seguidas y con un costo adicional por color, según lo cobraba en aquellos tiempos La Nación. Al final, el cliente tiene siempre el poder de la aprobación o el rechazo, y en éste caso, John Keith firmó y avaló la creatividad de nuestra agencia.
Aquel Pregonero es inolvidable y mi amistad con John perdura como un regalo de vida. El premio organizado por La Nación también continúa y nuestra relación es también cada día más valiosa y productiva. En la vida es mejor ir haciendo amigos, para construir positivamente y aprovechar cada oportunidad. Y en nuestro negocio se trata de convertir éstos esfuerzos incluso en llamadas como la que recibimos, cuando John pidió que suspendiéramos pauta pues ya no podían manejar el incremento en la demanda de sus servicios por la campaña.
Ésta nota la agrego a 24 horas de un nuevo Pregonero, como agradecimiento y estímulo a quienes organizan éste certamen creativo: Grupo Nación. También la incluyo en mi blog porque es personal y porque sus implicaciones resonarán siempre en mi vida, como en la de muchos más. Sin importar si ahora hay Ojos, Cannes o Volcanes, el Pregonero estará siempre muy cerca del corazón.
¡Esperamos ganar más Pregoneros mañana!