Hace unos días apareció Arnaldo Garnier con un comentario en mi blog. Ahí dejó entre otras una frase donde aclara que hay competidores suyos a los que no respeta, y luego lo condimenta llamándoles, o debo decir, llamándonos payasos.
Por hábito y prudencia, es bueno poner oídos sordos a las palabras necias, particularmente cuando vienen de alguien con ira o enojo. Con el filtro de la madurez que me entregan las canas, tomo el comentario como uno hecho del hígado, no de la cabeza ni del corazón, y lo asumo como un exabrupto. Así que dicho esto, don Arnaldo, le aclaro que ningún sentimiento me ha herido, cero estrés.
Yo soy publicista por vocación, no por herencia ni obligación. A mi me apasiona la creatividad, la innovación y el diseño, no los dólares en los estados de resultados. Me encanta competir, y aunque prefiero ganar, no abandono al perder. Entre mis competidores he formado amigos entrañables para la vida entera, y los respeto a todos, incluso a los que me adversan, me ofenden o me inventan mentiras. He aprendido a perdonar y lo mucho que se gana al perder. He hecho aportes, propuestas y contribuciones para la industria en la que he vivido por décadas, sin importarme que otros no lo hayan hecho.
Sin embargo, don Arnaldo, al llamar payasos a colegas suyos, en mi opinión y seguro que en la de muchos, se dibuja una clara falta de respeto y una desconsideración. Aunque yo creo que payaso no es un insulto, sino una digna ocupación, es claro que en su comentario Ud. lo decía en el sentido peyorativo que puede tener la palabra en el contexto que usó.
Sin embargo, don Arnaldo, creo Ud. le debe una disculpa a los cientos de personas que en el mundo dignamente se ganan su vida como payasos. Yo por el contrario, los admiro y los quiero mucho, pues me hacen reír y gozar a lo grande. Todos los payasos merecen nuestro respeto, desde los del Cirque du Soleil, que entretienen y divierten, hasta Cachiflín o Bochorno, por ejemplo, o los payasos con un mensaje de amor y vida, como lo hacen en Costa Rica desde la Asociación Cristiana de Payasos. Todos merecen nuestro respeto, y si yo fuera uno de ellos, sería payaso divertido, digno y agradecido.
Tengo 32 años de publicista y estoy muy orgulloso de serlo. Desde que inicié mi agencia descubrí mi propio potencial creativo, y al escribir un titular, redactar un texto o diseñar una pieza de comunicación, descubrí el placer enorme de ser creativo. Los años me han llevado también a ser empresario y con el tiempo, un gestor de cambio en la industria publicitaria. Por todo esto, vivo en un permanente estado de gratitud.
Dejo aquí el tema por ahora. Seguimos el lunes.