Las remotidades del diario

Las remotidades del diario

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Las remotidades del diario. Hace unos días me encontré con una fotografía llena de montañas nevadas. Me imagino que se deben haber dilatado las pupilas al reconocer Queenstown y esas montañas majestuosas llamadas correctamente las Remarkables, o dicho en español, las extraordinarias. Fue algo como “ese lugar lo conozco!”.

Creo que fue en el 2000 cuando las gozamos en helicóptero, después de una inolvidable reunión en Auckland, Nueva Zelanda, cuando iniciamos el movimiento en Saatchi por Lovemarks. En esa semana me encontré con el CEO en Israel, Moshe Gaon, y juntos nos dimos unos días por aquellas remotidades del planeta a las que espero algún día regresar.

Ahora bien, ¿porqué te cuento esto? Ciertamente no para presumir, sino para proponerte que viajés mucho y vayás sumando remotidades a tu diario. Porque sí es una cuestión de tiempo y algo de dinero, aunque es mucho más una cuestión de decisión y propósito en tu travesía por la vida. Porque si yo tuviera 28 años, soltero o aún sin hijos, y estuviera frente a la pantalla con este blog al frente, renunciaría cuanto antes por espacio de un año (o tres) y mochilearía el mundo, que siempre es posible y tiene mil opciones de bajo costo.

De hecho, jamás olvidaré la travesía que hice con mi amigo Fernando Morúa en autobuses, primero por Ticabús y luego en Greyhound, desde la iglesia de La Soledad en San José, hasta el centro y el oeste completo de los Estados Unidos, con salveque al hombro, un semi-afro y frondosas patillas, pantalones campana y un raquítico presupuesto típico de un viajero a los 19 años en los setentas. (Sultans of swing era el hit del momento). Cuando aún no se han asumido responsabilidades de vida, es más fácil “picar tiquete y jalar”.

En fin, con las canas y las marcas en mi cara, he ido sumando remotidades fenomenales. Desde las Himalayas hasta la Patagonia, de las dunas en el Sahara hasta los fiordos en Alaska y las profundidades en Osa, Omán o Montana. Porque obviamente, es también una cuestión de años que se acumulan, uno cada 365 días y un cuarto, así como de millaje que se agrega por cada sello en el pasaporte. Así, en el caso de que fueras de la misma tribu de soñadores con destinos remotos, te invito a saltar de la silla y hacerlo cuanto antes.

Viajar es posible también en películas y especialmente en libros, en fotos y en videos, en historias y en todo lo que agrega en la imaginación de las personas. Sin embargo, nada es comparable con detenerte por un instante, y lograr tu propia visión a 365º y observar penetrante la intensidad de un paisaje remoto.

Si creés que no podés, con permiso, ¡sí podés!. Si creés que es cuestión de unos pocos, dejame decirte que es también cuestión tuya. Nada debe detenerte, pues no son pocos los seres humanos en el planeta que lo hacen trabajando un tiempo y viajan el otro, con la diferencia de que esos lo hacen en lugares lejanos, como meseros, como instructores de ski o ayudantes en una balsa o un restaurante local.

Remarkables & Queenstown, New Zealand

La vida es una travesía y cuantas más remotidades agregués, más ricas serán tus memorias. La vida es un ratito y por esto, te invito a peinar canas con muchos paisajes en tus retinas, que así gozarás de muchos momentos como los de la foto de los Remarkables que te contaba, cuando hasta uno mismo se asombra de haberlas conocido.

Yo que vos renuncio (o pido un permiso sin goce de sueldo), empaco liviano y me voy a trotar mundos, no como turista sino como viajero.

Yo solo te pido una anécdota, una historia, una foto o una postal.

¡Buen viaje!

 

😉

 

Correo electrónico: jorge.oller@grupotribu.com

Correo convencional: Apdo. Postal 11208-1000, San José, Costa Rica.

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